Conversamos con la activista porteña sobre el escenario político de las disidencias y diversidades sexogenericas y afectivas en Chile, y su visión sobre los procesos de reparación a la persecución y a la violencia policial extrema vivida durante la Revuelta. En esta entrevista hacemos un recorrido desde el 2012, cuando comenzaban a tomar forma distintas organizaciones universitarias de la diversidad y disidencia sexual en Valparaíso. En ese entonces, la ciudad se configuraba distinto en términos políticos para estas organizaciones lgbtiq+, y aún no existían las direcciones de género o las oficinas municipales de la diversidad.
Mucha lacrimógena ha pasado desde entonces y a pesar de todas las trampas institucionales de la época, hubieron grandes logros para posicionar las demandas feministas y de la disidencia en las universidades, y en el año 2014, se levantó el primer Congreso por una Educación no Sexista en la Universidad de Playa Ancha. Pamela, hace poco dejó su militancia “por temas relacionados a la salud mental y no por diferencias políticas”. “Más bien, necesitaba tiempo para dedicarme a sanar cosas que, a veces, a partir del compromiso con el mismo activismo, no se logra compatibilizar. Necesitaba un tiempo para reconstruirme con aún más fuerza”, contó Pamela.
¿Piensas volver al activismo desde un partido?
“No se si volvería directamente al activismo desde un partido, dado que se necesita un compromiso transversal. Hoy no lo pienso tan definido. Sigo participando en manifestaciones y en ciertas coordinaciones, aunque no con la misma energía. Si quiero en un momento volver [al activismo] porque me parece que es una necesidad en términos de contribuir aunque sea con un grano de arena a la organización colectiva para enfrentar las desigualdades y estrechar los lazos que permitan resistir a este sistema. Creo que si una puede hacerlo, tiene hacerlo. Obviamente desde la voluntad y no desde la imposición».
¿Cómo ha sido el activismo feminista y disidente sexual porteño para ti?
«En este recorrido de activismo y de vivencias he conocido un montón de gente durante los años de universidad. Junto a distintas activistas de la Universidad de Playa Ancha, y otros lugares, levantamos Secretarias de Género, de Mujeres, de Disidencias y de la Diversidad. Hoy todo ha mutando. Pero lo que teníamos en común ese núcleo de activistas que caminábamos a contra corriente, era la idea de levantar en el estudiantado no solo la lucha por la gratuidad y acceso, sino también la necesidad de luchar por los derechos de las mujeres y visibilizar los derechos de las disidencias sexuales. Cuestión que para el año 2012, cuando nos conocimos, era un tema super marginal. No se reconocía la violencia sexual de la policía, no reconocía que había acoso en la universidad, las compañeras y compañeros trans eran casi ajenos al espacio educativo, y cuando lo transitaban, no se les reconocía sus derechos, sus nombres ni menos su identidad de de género. En esos tiempos recibíamos hostigamiento de las instituciones universitarias pero también de nuestros pares, llenos de comentarios y burlas misóginas, de odio a las disidencias, prejuicios, nos acusaban de divisionistas, y que eran temas para un futuro incierto. Con distintas activistas, incluyéndote, logramos dar una lucha contracultural y contrahegemónica y visibilizar que existíamos en esos espacios, y así instalar éstas temáticas. Pudimos finalmente incluir nuestras demandas en los petitorios internos de las universidades, se logró instaurar la idea que no eran las demandas estudiantiles por un lado y por otro las de las disidencias sexuales como si fuéramos algo ajeno al mundo educativo. Fue trascendental incluirlo como parte importante de la vida cotidiana y del quehacer en esos espacios. Creo que desde ahí pudimos levantar temáticas, con aciertos y errores”.
«El propósito de esos ideales se sustentaban en unir las demandas por los derechos de las diversidades y disidencias a las demandas por una educación gratuita, laica y no sexista. Incluso logramos levantar el primer Congreso por una Educación no Sexista en la Universidad de Playa Ancha en el año 2014. En esos tiempos era activa militante en la organización de la cual hace poco me salí por un tema de salud mental y no por diferencias políticas, más bien porque necesitaba tiempo para dedicarse a sanar elementos que a veces, a partir del compromiso con el mismo activismo, no se logra compatibilizar. Necesitaba un tiempo de pausa para rearmar algunos temas pendientes y para volver a reconstruirme con aún más fuerza”.


[EN EL CONTEXTO DE LAS MANIFESTACIONES EN VALPARAÍSO DURANTE EL ESTALLIDO SOCIAL LAS FUERZAS REPRESORAS DISPARARON A QUEMA ROPA Y A LOS OJOS DE LXS MANIFESTANTES. EL 25 DE OCTUBRE DEL 2019 A PAMELA LE REVENTARON EL OIDO DERECHO POR MEDIO DE UNA BALÍN]
En esos tiempos de universidad, ¿dimensionaste la magnitud del ser parte activa y visible del levantar estas demandas?
«Creo que una siempre que es participe de una lucha contra cualquier injusticia, sabe que se enfrenta ante un aparato burocrático, económico y mediático de los poderes fácticos del país y eso incluye los elementos represivos. Si bien yo creo que una nunca se imagina como protagonista de estás situaciones, tampoco fue algo que me tomó por sorpresa. Dado que fue una situación de represión masiva, continua y sistemática, junto al conjunto de la población que salió a manifestarse para sacar a Sebastián Piñera, y levantar una Asamblea Constituyente realmente libre y soberana. Cuando salí ese día no esperaba que me llegara un perdigón y menos verme expuesta mediáticamente, pese a que toda mi vida política he lidiado con la represión, como cientos de activistas; detenciones, golpes, insultos por parte de la policía. Aún así, una nunca va a estar preparada para terminar con perdigones en el cuerpo».
Hay una imagen que has sociabilizado en la que apareces con tu oído sangrando, y con la mirada al suelo. Es una imagen fuerte de la que solo podemos imaginar lo que has viviendo. ¿Has tenido algún tipo de proceso de reparación justo?
«En ese justo momento, lo que pensé es que iba a quedar sorda. Por el oído derecho me llegó un perdigón y se me inflamó el tímpano de una manera impresionante. Durante meses tuve dolores. Me pusieron puntos en una parte de la oreja… yo no he recibido ningún gesto de reparación, pero no soy un caso aislado, de todas las denuncias que existen posterior a la Revuelta no hay ninguna en la que se haya hecho efectiva algún tipo de reparación hasta el día de hoy. Incluyendo las mil cien denuncias que hay, y las 150 aproximadas de violencia sexual y de violaciones en la revuelta. Incluyendo los asesinatos… Dentro de eso, solo 14 involucrados directos sin incluir a ninguno de los responsables políticos, han sido condenados, entonces claramente es grosera la impunidad con la que actúa la policía en Chile. Si pensamos que hay compañeras y compañeros que todavía están presxs simplemente porque un paco los identificó como peligrosos. Como pasa con Yordano Santander, a quien se le identificó con “un animo homicida”. Entonces Si Jordano está en la cárcel, como otras decenas de activistas y luchadores sociales, no podemos hablar de justicia. Y cada vez que veo esa foto me genera un dolor, pero un dolor de la impotencia y de la frustración que no hemos logrado ni reparación ni justicia. Los responsables políticos también están en total libertad, y los crímenes siguen ocurriendo. El Gobierno actual de Gabrel Boric ha profundizado la línea represiva en el Wallmapu. También lo vimos el pasado 18 de octubre, con 25 mil policías en las calles. Vimos atropellos… Y un salvajismo tremendo sobre todo hacia los activistas más jóvenes, secundarios. Cuando ves toda esta violencia que se sigue ejerciendo, vuelve a doler, porque sigue muy latente en mi».
«Cada vez que veo alguna injusticia represiva, me siento con una herida abierta. No desde lo individual sino desde lo colectivo”.
¿Cómo ves entonces la actualidad en relación a las demandas del estallido?
“Yo creo que nada es en vano. Las experiencias son importantes, y en ese sentido, creo que en este momento la población y la mayoría de la población que salió a las calles, tiene una experiencia ahora en la cuerpa. Tiene una experiencia en su biografía que no se borra de la noche a la mañana, y que fue atreverse a levantar la cabeza. No hay nada como el comer mierda durante años, toda tu vida, y tener que bancarte la bronca en silencio, y luego poder levantar la cabeza. Ese puro acto de rebeldía de decir basta, del querer cambiarlo, genera un click. Hoy en día no vemos una transformación de la sociedad, y menos una que sea radical. No cambiaron los elementos por lo que salimos a manifestarnos, siguen los pilares del neoliberalismo, siguen la obra de Pinochet intacta, y a la misma vez, siguen los canales represivos. Más encima con una crisis económica que trajo la pandemia que sigue precarizando aún más nuestras vidas. Estamos en un escenario super confuso, movedizo y bastante gris. Pero que estemos en un desvío de la Revuelta no quiere decir que estemos derrotados, no nos han aplastado, pero claramente se disipó esa energía. Aún así siguen habiendo experiencias interesantes, por ejemplo ahora, en un fundo en el sur llamado El Huite en la región de los Ríos, una empresa entró en crisis queriendo dejar a sus trabajadores en la calle, en un territorio que reclamaban las comunidades mapuche. Entonces los trabajadores decidieron tomarse la producción junto a comunidades mapuche, generando una unión que los empresarios quieren evitar siempre. Esta unión de comunidades mapuche contra las empresas que roban territorios ancestrales y que quieren dejar en la calle a cientos de familias, hace una experiencia inédita y muy interesante. Por otro lado, se ve que las juventudes están más libres que nosotras, confían menos en los que están hoy en el gobierno, dado que nosotres vimos como gente que tuvo discursos progresistas o de izquierda se acomodó fácilmente a lugares burocráticos para ganar millones y gestionar el sistema, pero alejándose de todas las demandas que algún día dijeron reivindicar, en cambio parte importante de la juventud nunca les creyó y su experiencia con el gobierno de Apruebo Dignidad ha sido promesas y represión. Entonces, en ese sentido, creo que si bien hay muchas personas mascando frustración, sobre todo por lo electoral, hay muchas quienes tampoco creemos en este sistemas, profundamente hay más tendencias, no todo es por derecha, quizás no va a haber cambios en un mes, ni en un año, pero que esa experiencia de una primera revuelta no va a pasar en vano. Eso va a permitir, como cualquier otra lección o experiencia de vida, adquirir nuevas herramientas para poder enfrentar y tener otras posibilidades para transformar la realidad.».
Ese ánimo de querer discutir y generar asambleas y redes, y de hacer otro tipo de trabajos políticos, se han visto desgastadas por muchas razones. Entre ellas la persecución política. Tu misma fuiste perseguida. Y tu vida política apareció hace unos meses en unos informes policiales que se filtraron por hackeo. Que pasa con los ánimos ante ese nivel de vulnerabilidad?
«Bueno, cuando vi las filtraciones del hackeo al Estado Mayor, entre los documentos había un informe del 2020, del 8 de marzo, en el que se describía toda la jornada de movilización de norte a sur en la h7uelfa feminista de ese año, y en la cual se me indicaba de forma explícita con mi nombre, apellidos, militancia, la participación en la coordinadora 8 de marzo acá en Valpo y ex vocería de la misma. Claramente, siempre supe que podría ser un foco de atracción. Esto nunca me hizo dudar, aunque reconozco que fue duro ver mi nombre, mi organización, descripciones, los nombres de otras activistas a nivel nacional. Queda una la sensación de vulnerabilidad, desprotección, invasión, exposición frente a un aparataje que tampoco logras dimensionar. Porque no ves a un ser concreto que te están vigilando, no tienes un nombre a quien enfrentar directamente. El poder es un entramado complejo, y desde ahí una se siente muy vulnerable, y muy desprotegida….Sabía que era una realidad. Pero el comprobarlo y el verte en un informe es otra cosa, es fuerte saber que las sospechas de vigilancia y denuncias de años eran concretas, es brutal sentir que tienes una vulneración de derechos tan importantes, como el derecho a organizarte. Desde ahí es duro, aun así no me han quitado el ánimo. Si me generó mucha frustración y rabia, porque los tipos tienen todo para vigilarte. En este país se gasta millones en persecución política a movimientos populares, de izquierda y feministas».
¿Por qué se habla tan poco de la persecución política en Chile, crees tú?
«Creo que hay dos elementos que están cruzados. Uno que es la persecución política, es transversal a los gobiernos, independiente de que sus discursos sean más fachos o más progres, porque este hackeo fue del año 2020 cuando estaba Piñera, pero es una política que ocupó toda la ex concertación y que probablemente sea algo que continue el actual gobierno. Es parte de las herramientas que tienen los poderes políticos, represivos y económicos del país. Luego creo que existe una naturalización general de la violencia en chile, en particular frente a los derechos humanos. Tuvo que ocurrir en el 2019 que viéramos a niños y niñas heridos con balines en las ciudades, para que recién saliéramos masivamente a la calle. Porque esto ocurre en las comunidades mapuche diariamente. Ocurre hace 20 años y más en las comunidades mapuche o al activismo en general. La diferencia que lo vivimos en el 2019 en la revuelta, fue el terrorismo de estado extendido en todo el territorio. Aun así la gente salió igual, porque hay mucho experiencia frente a la represión, lo cual lo hace contradictorio, por ejemplo hay un grito que me gusta mucho de las juventudes chilenas que ridiculiza a las policías y su represión “uf uf que calor, el guanaco por favor”, es decir, sabiendo que van a reprimir, les desafían, ridiculizan e incluso la vacilan, viene de un espíritu de rebeldía impresionante pero que a la misma vez es raro, porque se sabe que te van a mojar, que te van a pegar, que te van a gasear., pero aun así se sale a la calle una y otra vez. El problema es que existe política sistemática de desprestigio a las movilizaciones y luchadores, tratando de aislar a quienes porfiadamente persisten. Lo complejo es que muchas organizaciones de izquierda, dirigencias sindicales, de movimiento sociales han guardado un silencio no menor».
Tu activismo político siempre a llevado al frente las demandas de las disidencias sexuales ¿cómo vez hoy a las disidencias en comparación con hace 10 años atrás?
«Para mi el tema de las sexualidades y de las identidades siempre ha sido un tema tremendamente importante. Nunca he pensado que la identidad y otras opresiones son diferentes a las luchas contras las estructuras económicas, sociales. Por ello el decir que soy una persona disidente es una postura política en términos de visibilizar y poder plantear que estamos en todas partes. Por ejemplo, en mi trabajo (asistente de educación) me es importante decir que soy parte de las disidencias, tanto a nivel personal, dado que soy más yo y no una careta, y porque permite visibilizar a otra escala, generalmente se nos asocia a que no podemos ser educadores, cuidadores y cuidadoras de infancias, cuando probablemente somos quienes más estamos dando la pelea por sus derechos«.
«Hablar de sexualidad ya no es exclusivo de un sector. Sino que es más transversal porque hay una mayor disposición a la exploración sexual. Hay una discusión mucho más abierta. Se entiende por ejemplo en cosas cotidianas. El podcast #weonaquecrazy es uno de los más escuchado en Chile. Eso no es cualquier cosa en un país tremendamente conservador».