Hace unos días Julia Volkova lanzó su campaña política para integrarse a Rusia Unida, mismo partido al que pertenecía Vladimir Putin antes de ser presidente. Pretende representar al oficialismo en la ciudad de Ivanovo en las primarias de las elecciones parlamentarias de este otoño. “Quiero cambiar la actitud hacia las personas desde los que están en el poder”, sostuvo.
A sus 36 años, la ex sensación del pop e icono LGBTI+ enumeró los problemas que enfrenta Ivanovo: desde una infraestructura deficiente y la falta de empleos, hasta la industria en declive y la corrupción del gobierno. Volkova no explica el papel de el partido Rusia Unida y su control de la mayoría parlamentaria desde 2007. Tampoco se refirió a la desbordante discriminación y violencia de Estado hacia la comunidad LGBTI+ rusa. La cantante, sin embargo, usa el eslogan «They’re Not Gonna Get Us”.
Con una cruz de diamantes reluciente como colgante, Volkova dice: “Sí, no fui política en el pasado, pero como sabemos, uno no nace político, uno se convierte en uno”, y admite que “he pecado en el pasado”.
En una entrevista para Radio Liberty / Radio Free Europe, el analista político Alexander Kynev dijo que la candidatura de Volkova era un intento de «carnavalizar» las elecciones y distraer la atención de temas como el encarcelamiento del líder opositor Alexey Navany. “La promoción de artistas que alguna vez fueron populares y que filmaron videos controvertidos, distrae la atención. Es decir, en lugar de discutir el tema de la represión y las reglas electorales injustas, del que se excluye a los candidatos reales, se invita a los ciudadanos a hablar de lo ridículos que son estos videos. Es un intento de ensuciar la arena de los medios con oropel político «.
La artista, junto a Jelena Katina fundaron Tatu en el año 1999, volviendose populares en el 2002 con el video de “All the things she said” en el cual ambas mujeres se besan bajo la lluvia. En esta canción hablan sobre el amor entre dos mujeres, tabú histórico en la Rusia LGBTI+odiante.
La banda se disolvió en el 2011. Hoy, diez años más tarde, la famosa moscovita deja ser un icono LGBTI+. Algo que ya sabíamos desde que mencionó al The Mirror que «condenaría a su hijo por ser gay, a pesar de haber sido una falsa lesbiana en el pasado”.